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Mostrando entradas de mayo, 2010

En la Costa tiene otro sabor

Imagen
Cuando éramos niños y escuchábamos decir de nuestros padres "este año nos vamos a la Costa", necesariamente se nos presentaban en la mente algunas imágenes concretas: mar y videojuegos. Y así el menú diario de esos días de verano: playa de día, videojuegos de noche. Prepararse para ir a "los jueguitos" era todo un ritual. La ansiedad que generaba esperar para salir a la peatonal es indescriptible. Unas cuantas fichas para mis hermanas, otra para mis primos y algunas tantas para mí. Los grandes y su aguante ilimitado para cuidarnos y charlar a nuestro alrededor. Se viene a mi mente la imágen de mi vieja y mi tía sosteniendo las camperas de todos. Mi vieja siempre me alentaba en cualquiera de los juegos que yo elegía, pero sobre todo en un especial: mi favorito, el PAC MAN. En una época me había hecho adicta a las maquinitas de monedas, donde si tenés mucha suerte te ganás muchos fichines (aunque si sacás la cuenta son siempre más los que dejás, obviamente). Pero siem

Yo tenía una amiga

Yo tenía una amiga. Era la primera en preguntar cómo me iba en la vida y pese a que hacía todos los días la misma pregunta a la misma ahora, no me agotaba contarle nada. Yo tenía una amiga. Era la primera en esperarme con el diario marcado. Me avisaba si había alguna nota significante sobre música y me relataba todos los resultados de los torneos de tenis. Yo tenía una amiga. Que nunca dudó en dejar escuchar tango cuando le pedí que pusiera la Rock&Pop. Yo tenía una amiga. Que me pedía un mate y terminaba cebando ella, porque sabe que odio cebar. Yo tenía una amiga. Se aprendía todo de todo lo que a mí me gustaba. Así tenía herramientas para sacarme charla. Así tenía motivos para no dejar de hablarme. Yo tenía una amiga. Que un día se fue de viaje y no se llevó las valijas. Creo que las repartió. Y yo me las voy encontrando en cada paso que doy. Y cada vez que alguien me avisa que Calamaro está en vivo en la radio… me hace acordar a ella. Y cada vez que alguien me manda un mail con

Respeto y convicción

“Me voy de acá”, dijo y cerró la puerta. No la de madera, ni la de vidrio. Cerró la puerta a toda opción de arrepentimiento. “En mi casa me enseñaron que cuando se pierde el respeto, se pierde todo”, resaltó. Y tras recibir disculpas por los insultos propagados por otra persona remarcó: “Lo siento, pero yo acá no trabajo más”. Hay que tener pelotas. Y mi hermana las tuvo. Hoy me quedo con el ejemplo de mi hermana menor, que no dio vueltas. Fue de frente.

Dando vueltas...

Damos vueltas en la cama antes de dormir, cuando algo no nos deja tranquilos. Damos vuelta las hojas de un libro, cuando creemos que lo más interesante está en las últimas paginas. Damos vuelta los discos, cuando nos emocionan las canciones. Damos vueltas en la calle, cuando nos sentimos perdidos. Damos vueltas en la web, cuando estamos aburridos. Damos vueltas. Doy vueltas. Y dando vueltas, encuentro.