En la Costa tiene otro sabor
Cuando éramos niños y escuchábamos decir de nuestros padres "este año nos vamos a la Costa", necesariamente se nos presentaban en la mente algunas imágenes concretas: mar y videojuegos.
Y así el menú diario de esos días de verano: playa de día, videojuegos de noche.
Prepararse para ir a "los jueguitos" era todo un ritual. La ansiedad que generaba esperar para salir a la peatonal es indescriptible.
Unas cuantas fichas para mis hermanas, otra para mis primos y algunas tantas para mí. Los grandes y su aguante ilimitado para cuidarnos y charlar a nuestro alrededor. Se viene a mi mente la imágen de mi vieja y mi tía sosteniendo las camperas de todos.
Mi vieja siempre me alentaba en cualquiera de los juegos que yo elegía, pero sobre todo en un especial: mi favorito, el PAC MAN.
En una época me había hecho adicta a las maquinitas de monedas, donde si tenés mucha suerte te ganás muchos fichines (aunque si sacás la cuenta son siempre más los que dejás, obviamente). Pero siempre volvía a mi primer amor.
Año tras año yo elegía jugar al PAC MAN, cualquiera sea el lugar de veraneo. Y lo más lindo de todo es que en todas las casas de juego estaba! Adicción, vicio, superación... vaya uno a saber lo que siente a los 10 años para llegar a llorar por un jueguito.
Hoy el Señor PAC MAN (que tiene su versión femenina, por supuesto) cumple 30 años. Y yo hace 15, más o menos, que no lo juego. Y si bien lo tenemos en cualquier formato de juego que hoy tecnológicamente exista, jugarlo en la Costa tiene otro sabor.
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Y así el menú diario de esos días de verano: playa de día, videojuegos de noche.
Prepararse para ir a "los jueguitos" era todo un ritual. La ansiedad que generaba esperar para salir a la peatonal es indescriptible.
Unas cuantas fichas para mis hermanas, otra para mis primos y algunas tantas para mí. Los grandes y su aguante ilimitado para cuidarnos y charlar a nuestro alrededor. Se viene a mi mente la imágen de mi vieja y mi tía sosteniendo las camperas de todos.
Mi vieja siempre me alentaba en cualquiera de los juegos que yo elegía, pero sobre todo en un especial: mi favorito, el PAC MAN.
En una época me había hecho adicta a las maquinitas de monedas, donde si tenés mucha suerte te ganás muchos fichines (aunque si sacás la cuenta son siempre más los que dejás, obviamente). Pero siempre volvía a mi primer amor.
Año tras año yo elegía jugar al PAC MAN, cualquiera sea el lugar de veraneo. Y lo más lindo de todo es que en todas las casas de juego estaba! Adicción, vicio, superación... vaya uno a saber lo que siente a los 10 años para llegar a llorar por un jueguito.
Hoy el Señor PAC MAN (que tiene su versión femenina, por supuesto) cumple 30 años. Y yo hace 15, más o menos, que no lo juego. Y si bien lo tenemos en cualquier formato de juego que hoy tecnológicamente exista, jugarlo en la Costa tiene otro sabor.
Creado en 1980 por Toru Iwatani, el videojuego le debe su nombre a la deformación de la palabra japonesa puck (comer), ya que la fabricante Namco pretendía introducirlo en Estados Unidos.
Amo y señor de todos los salones de arcades del mundo, el círculo amarillo que comía puntos y fantasmas marcó una era dentro de los videojuegos ya que rompió con la hegemonía de los títulos que predominaron en la década del ’70: naves espaciales y disparos.
Con 255 pantallas, el PacMan se volvió imprescindible debido a la sencilles y al vértigo que generaba entre los jugadores ávidos por cazar fantasmas y escaparles.
A pesar del paso del tiempo, este título sobrevivió la arremetida de las consolas y se mantiene en vigencia hasta en las versiones móviles para celulares. Incluso, Nintendo lanzará una nueva versión para Wii.
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