Respeto y convicción

“Me voy de acá”, dijo y cerró la puerta. No la de madera, ni la de vidrio.
Cerró la puerta a toda opción de arrepentimiento.

“En mi casa me enseñaron que cuando se pierde el respeto, se pierde todo”, resaltó.

Y tras recibir disculpas por los insultos propagados por otra persona remarcó: “Lo siento, pero yo acá no trabajo más”.

Hay que tener pelotas. Y mi hermana las tuvo.
Hoy me quedo con el ejemplo de mi hermana menor, que no dio vueltas.
Fue de frente.

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