Never Gone.
Dicen que cuando un amigo se va queda un espacio vacío que es difícil de llenar con la llegada de otro amigo. Dicen que los amigos no se eligen, que llegan a nuestras vidas sin saber cómo ni porqué. Pero aparecen como por arte de magia. Tal es la magia, que no recuerdo cuándo dije por primera vez “ella es mi amiga”. Conocer a alguien por Internet, en un foro de tenis, es algo extraño. Más si esa persona vive del otro lado del Atlántico. Pero así fue como la conocí. Mediante palabras, letras sueltas sobre una plataforma de mensajes. Si me preguntan cómo la imaginaba en ese entonces, no puedo responderlo. Pero si tenía que identificarla podía decir dos cosas: azul y Palmera. Azul porque ella escribía siempre con ese color, así como otras lo hacían en rosa, en verde, en negro… sus mensajes siempre me llegaban de color azul. Y Palmera porque ese era su apodo. Tiempo después supe que su apodo no era sólo haber sido la que más hizo sonar sus palmas frente a Rafa en uno de los torneos, sin...