Rafa es Grande.

Bien. ¿Qué se siente en días así? ¿Cómo explicarlo? A veces las palabras no alcanzan, pero haré el intento.


Cuando conocí a Rafael Nadal, allá por el 2005, me gustó la garra que ponía para correr cada pelota como si fuera la última del partido. Y lo empecé a seguir. Así fue que empecé a conocer a otros seguidores de Rafa. A contagiarme de su fanatismo, a vivir con ellos cada partido, a compartir cada triunfo. Así fue que conocí a grandísimas personas, a quienes empecé a tomarles cariño.


Pasaron los años y esas personas se convirtieron en mis amigos. Tuve la suerte de conocerlos y de vivir junto a ellos el fantástico mundo del tenis, pero desde un solo lado de la pista: del lado de Rafa.


Así lo llamamos nosotros. Para nosotros es Rafa. Simplemente Rafa.

Un Rafa con el que viajamos por todo el mundo, en su bolso. Una amiga bien nos bautizó “El equipo de la Bolsa”.

Un Rafa con el que sufrimos con cada lesión. Un Rafa al que defendimos cuando todos lo atacaron, cuando dijeron que ya no podría jugar más, cuando las rodillas nos daban muestra de que todo costaría el doble.


Pasaron muchos torneos. Y seguimos juntos de la mano, junto a Rafa. En muchos reímos y en otros nos volvimos con dudas, pero creyendo en nuestro campeón y sabiendo que la vuelta iba a ser para morder trofeos. Creímos siempre en nuestro número 1, que así fuera 2 o 3 en el ranking, para nosotros siempre fue el mejor.


Ahí estuvimos. Cuando se alzó con su primer Roland Garros, su segundo, su tercero, su cuarto y su quinto. Lloramos con él en el primer Wimbledon y reímos mucho cuando conquistó el segundo. Saltamos de alegría aquel 1 de Febrero, cuando nos regaló el Australian Open. Y gritamos, no entendiendo bien lo que pasaba, cuando el Oro Olímpico nos llevó a la cima del ranking mundial. Sabíamos que eso iba a suceder. Pero tuvimos por largos tres años una muralla llamada Roger Federer, que parecía imbatible, pero que Rafa supo derribar.


Y ayer… ayer entramos en la historia, una vez más. Sólo seis jugadores en la historia del tenis lograron lo que Rafa nos regaló. Rafa es el séptimo... el séptimo grande.

Tenemos los cuatro Grand Slams en la vitrina, con tan solo 24 años.

Tenemos más que la gloria.

Tenemos felicidad que nos inunda, sonrisas que no se acaban, lágrimas que no dejan de caer, ilusiones que regresan y confirman que valió la pena creer que siempre que perseveras, triunfarás.


Esfuerzo, humildad, brillantez, calidad, caballerosidad y respeto lo hacen grande y fabuloso.

Tenemos Rafa para rato. Así que a seguir sumando pañuelos y guardando la voz para el próximo torneo y todos los que vendrán.


Por mi parte, sólo me queda un sueño por cumplir: tener el honor de darle la mano y decirle que me ha enseñado más de lo que cree.

Por culpa de Rafa no me gusta el tenis. Por Rafa, me gusta cada vez más el tenis.

Por culpa de Rafa, soy lo que soy. Por Rafa, festejan los míos, porque festejan junto a mí. Por Rafa, ahora a mis amigos los cuento con los dedos de las dos manos.


¿Cómo salió Rafa?, me preguntan. Saben quién soy, por culpa de él.

Y por su culpa, hemos pasado noches en vela, madrugadas frías frente al televisor, mensajeando a quienes no pueden ver el partido, felicitándonos entre nosotros, como si la victoria fuera nuestra.


Y sí. Esto también es nuestro. Él es nuestro. Nuestro campeón, por siempre.


Cin Munina, El Equipo de La Bolsa.

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