Denise – 5 de Octubre de 2010

Creo que ella sabía que esta semana yo tenía vacaciones. Creo que eligió el momento justo para que yo pudiera estar todo el día a su lado. Y es que no puedo hacer otra cosa más que mirarla y acariciarla, y decirle muchas veces que la amo.

Si sigo escribiendo es porque así me desahogo. Y porque quiero recordar todo lo que viví con ella. Las cosas buenas, las cosas malas.

Hoy el médico nos mostró los análisis. Una de las enzimas hepáticas estaba por el doble del nivel que debe estarlo, y de los aproximadamente 6 millones de glóbulos rojos que tiene que tener, tiene sólo 2.500.000. Por tal motivo es que respira tan profundo.

Denise apenas se mueve. Hay que levantarla y guiarla si quiere caminar. Apenas toma agua, pero no la retiene, sino que la despide. Nos mira con esos ojos que lo dicen todo. Mamá dice “sólo le falta hablar”, pero no. Denise habla con su mirada.

Hace días que vengo pidiéndole fuerzas para sobrepasar este mal trago. Pero me di cuenta que estoy haciendo mal. No quiero que sufra, quiero que descanse. Su corazón es fuerte y está latiendo cada vez más rápido, con el sólo objetivo de estar más tiempo con nosotros. Pero no puedo verla así.

Se lo dije hoy, se lo pedí hoy: descansá Denise. Las palabras que no hay que decir las repito a cada instante. Denise me dio todo y me lo seguirá dando. Desde que ella llegó a casa, cambió la vida de los cinco que ahí vivíamos. Y luego la de los nuevos integrantes.

Una amiga me dijo “Denise no te abandona, le pide un relevo a Nina”. Y aunque me desmaye de dolor me quedo con eso. Abrazo fuerte a la Colo y le pido a mi abuela, a mis tías y a mi primo que la vengan a buscar.

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