El Colegio

Empezaron las clases. Vuelven a volar por mi vereda los papelitos de Rodhesia, los paquetes de figus, los horóscopos de Bazooka, algún que otro lápiz perdido... y vuelvo a escuchar los gritos en horario de entrada y salida... el timbre del recreo...

Empezaron las clases... vuelven los recuerdos vividos en ese colegio que veo desde la puerta de mi casa. Mi colegio primario, que me dio la posibilidad de conocer a las mejores personas a lo largo de mi vida. ¡Qué chiquitos éramos! ¡Y qué traviesos!

Recuerdo que jugando a "la pareja voladora" a Romina se le rompieron los dientes y después de ese día, no jugamos a ese juego nunca más.
Recuerdo que la profe de música se llamaba Celia, se pintaba los labios de rojo furioso y nadie quería que le deje marca con sus besos. También recuerdo su piano y que desafinaba un montón.
Recuerdo los "sanguchitos" de salame que nos comíamos en los recreos en el kioskito atendido por alguna de nuestras madres; a la señora que limpiaba el colegio, Amelia, que nos corría si íbamos al baño cuando estaba limpiándolos.
Recuerdo la pecera que había en el pasillo antes de entrar a la Dirección. Tenía un sólo pecesito. Siempre me pregunté si no se aburría.
Recuerdo cuando nos enteramos que César se había enfermado, compañero que perdimos al año siguiente. No es fácil explicarle a un pibe de 12 años que su amigo se va a morir... y nosotros lo pasamos.
Recuerdo las clases de gimnasia con la eterna Myriam y el inigualable Pocho, en "el campito". Los actos escolares cuando cantábamos mal el himno del colegio o cuando me descompuse en pleno escenario y casi se me cae la bandera (por las dudas mamá inmortalizó ese momento con un video, por si me olvidaba...)
Recuerdos. Muchos recuerdos que llegan cuando veo a los jovencitos esperar para entrar a clases. Como cuando volvimos del viaje de egresados y prometimos no separarnos más, pero la vida es encuentro y separación. Ahora vivo el reencuentro, con esas personas maravillosas que disfruté en la infancia.

El uniforme cambió. No usan más jumper, usan pollera a cuadritos. La corbata es la misma. Y algunas maestras también. Veo salir a Betty (yo no la tuve, pero era temerosa), veo otras caras que no conozco, pero también veo como una película todas las veces que entré y salí de mi colegio. Sí, era casi mi colegio, donde viví la mayoría de mis mañanas durante ocho años.

Recuerdos y más recuerdos. Nostalgia. Pasado y futuro a la vez. Veo al colegio avanzar y veo posibilidades que las raíces que pueda echar alguna vez tengan sus mañanas en esos pasillos.

En mi tiempo sonaba la campana. Ahora suena el timbre. Hay que entrar a clases. Las veredas vuelven a estar vacías, por unas cuatro horas, cuando salgan los del turno mañana y sea momento del turno tarde.

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